Entre
los grandes dominadores de la historia de la liga, hay uno que fraguó
su dominio a través de la defensa, convirtiendo en su leitmotiv esta
característica del juego durante toda su carrera. La más exitosa a nivel
colectivo de cuantas hayan existido, por cierto.
Nuestro
personaje de hoy, bien podría haber sido el protagonista de la obra
literaria de Tolkien, "El Señor de los Anillos". Ese Sauron de carne y
hueso dominó con puño de hierro la NBA desde su atalaya, defendiendo su
trono con fiereza y crueldad,
hasta convertirse en el auténtico señor de los anillos, como demuestran
las 11 joyas que engalanan sus 10 dedos, en 13 años de carrera, un hito
histórico.
El pequeño gigante nació un 12 de febrero de 1934 en West Monroe, Virginia. Una pequeña
localidad en la que el racismo y la segregación marcaban el día a día, y
donde un joven Russell comprendió que tenía que pelear por el respeto de
aquellos a los que él sí consideraba iguales.
Sin embargo, aquel gigante no destacó en su niñez por mostrar grandes
habilidades en un mundo, el de la canasta, que apenas le atraía ni
entendía. Todo lo contrario al del atletismo, donde Russell sobresalía
corriendo y en los concursos de salto gracias a sus kilométricas
piernas.
Fue
su entrenador de instituto, George Powles, el que convenció a Russell
de que podía convertirse en un jugador importante si desarrollaba sus
habilidades defensivas a partir de su extraordinaria envergadura.
Russell no llamó la atención de los ojeadores de las grandes
universidades. Bueno, en realidad, tampoco de las pequeñas. Sólo la Universidad de San Francisco se decidió a
apostar, impresionados más por su determinación que por su talento.
Ya
en la universidad, el pívot coincidió con un entrenador fundamental
en su carrera, Phil Woolpert, quien no entendía de racismo y sólo de
baloncesto. Así, el equipo californiano se convirtió en el primero en
alinear tres jugadores afroamericanos en las figuras de Russell, su
futuro compañero en los Celtics, K.C. Jones, y Hal Perry. El
pívot y sus compañeros sufrieron las iras racistas de los aficionados
rivales que cargaban sus iras contra ellos.
En cuanto a su aportación en la cancha, Russell pronto empezó a destacar
por su facilidad defensiva. Bill utilizaba su agilidad y su velocidad,
adquirida en sus años como atleta, no sólo para defender a su par sino
para ayudar a sus compañeros y para desarrollar una extraordinaria
coordinación para el salto, lo que le permitió convertirse en una
maquina taponadora.
Aquella
habilidad defensiva pronto se convirtió en dominio absoluto
desde su atalaya de 208 centímetros. Fue en su tercer año cuando aquel
dominio se tradujo en resultados y con una temporada casi perfecta
condujo a los Dons al campeonato nacional tras promediar más de 20
puntos y 20 rebotes por partido y ser el mejor jugador de la Final Four.
Al año siguiente condujo a los Dons a un nuevo título nacional antes de
dar el salto a la NBA.
En
1956 Russell se declaraba elegible en el draft y a pesar de que su
cartel era inmejorable, no se llevó el número 1,
correspondiente a los Rochester Royals, que recayó en Sihugo Green. El
número 2 si parecía cantado para el pívot de la Universidad de San
Francisco y la elección correspondía a los St. Louis Hawks. Sin embargo,
Red Auerbach, técnico de los Celtics, estaba dispuesto a todo con tal
de hacerse con los servicios de Russell y no dudó en traspasar a Ed
Macaulay, hasta entonces pívot titular de Boston y seis veces
"all-star", y a
Cliff Hagan para hacerse con los servicios del especialista defensivo.
Con este movimiento los Hawks lograban hacer un equipo campeón a corto
plazo. Los Celtics
construyeron una dinastía.
Russell llegaba a Boston junto a su compañero K.C. Jones (aunque este aún tardó dos años en poder jugar). Ambos
aterrizaban en un equipo eminentemente ofensivo al ritmo que marcaban
Bob Cousy y Bill Sharman. Sin embargo, faltaba el contrapunto defensivo
que diera el equilibrio necesario para hacer un equipo campeón. De ahí
la obsesión de Auerbach por hacerse con un pívot que aumentó su leyenda y
su caché al conquistar ese mismo verano la medalla de oro en los Juegos
Olímpicos de Melbourne de 1956.
Su aventura olímpica le llevó a incorporarse a la disciplina verde con
retraso, pero su impacto fue inmediato. Los Celtics habían encontrado la
pieza necesaria para convertir a un aspirante en candidato real. Y no
pasó demasiado tiempo hasta que lo demostró. Así, en su primera
temporada y tras promediar 14,7 puntos y 17,9 rebotes se quedó a las
puertas del trofeo al Rookie del Año, que fue a parar a su compañero Tom
Heinsohn, y condujo a los Celtics a la primera final de su historia.
Enfrente, los Hawks de Pettit que le habían escogido. Y tras un toma y
daca la serie llegó a un séptimo partido que se decidió tras dos
prórrogas (125-123) a favor de unos Celtics que comenzaban a forjar su
leyenda sobre los anchos hombros de su gigante de ébano.
Los
Celtics consiguieron diez títulos más con Russell en pista, ocho de
ellos de manera consecutiva, con especial mención al último, logrado en
1969. Russell, en su labor de jugador-entrenador (cargo al que había
llegado tras la retirada de Red Auerbach en 1966, convirtiéndose en el
primer entrenador afroamericano de la liga) y con las peores medias de
su carrera, tiró de orgullo y, a pesar de quedar cuartos en su
conferencia, consiguió llevar a sus chicos a las finales, donde les
esperaban Los Angeles Lakers de Jerry West, Elgin Baylor y Wilt
Chamberlain. Tras igualdad en los seis primeros encuentros, el último se
tenía que disputar en pista de los californianos, y su dueño Jack Kent
Cooke, anticipándose a los acontecimientos y creyendo que su equipo
ganaría sin problemas ese séptimo partido, mandó colocar un montón de
globos en una red en el techo del pabellón, para soltarlos en una
supuesta celebración de los suyos. Russell, al ver lo que tenían
montado, motivó a sus jugadores lo suficiente para hacer que esos globos
se quedasen donde estaban y conseguir un nuevo campeonato.
Sin embargo, no todo fue fiesta para los Celtics. Boston se preparaba
para recibir a sus héroes, pero no todos cogieron el avión de vuelta.
Russell no regresó a Massachusetts porque creía que no debía nada a los
aficionados de los Celtics y de manera abrupta puso fin a su etapa de
jugador, dejando a los 'verdes' sin entrenador ni pívot titular de una
tacada.
Aparte
de sus logros colectivos, a nivel individual, Bill Russell también
consiguió el premio de MVP de la temporada en cinco ocasiones, así como
el MVP del All Star de 1963, al que acudió en un total de 12 ocasiones.
Se retiró con unas medias de 22,5 rebotes y 15,1 puntos a lo largo de su
carrera.
Un gran artículo. Russell fue un salto evolutivo del baloncesto. Fue el pilar de la dinastía de los Celtics ganando 11 anillos en trece años, y aun así nunca se sintió querido por la grada del Garden, la cual casi nunca se llenaba en protesta por la cantidad de jugadores negros que tenía el equipo. Mejor jugador que Chamberlain, es el mejor defensor de la historia, y probablemente, el más implicado en la injusticia racial de la sociedad de su época. Dos curiosidades sobre Bill Russell: Nunca firmó autógrafos ni dejo que nadie se hiciese fotos con él, y a lo largo de su carrera capturó más rebotes que puntos anotó.
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