lunes, 7 de noviembre de 2016

Top 20: Los mejores pívots en la historia de la NBA (Dominio: El Señor de los Anillos)

Entre los grandes dominadores de la historia de la liga, hay uno que fraguó su dominio a través de la defensa, convirtiendo en su leitmotiv esta característica del juego durante toda su carrera. La más exitosa a nivel colectivo de cuantas hayan existido, por cierto.

Nuestro personaje de hoy, bien podría haber sido el protagonista de la obra literaria de Tolkien, "El Señor de los Anillos". Ese Sauron de carne y hueso dominó con puño de hierro la NBA desde su atalaya, defendiendo su trono con fiereza y crueldad, hasta convertirse en el auténtico señor de los anillos, como demuestran las 11 joyas que engalanan sus 10 dedos, en 13 años de carrera, un hito histórico.

El pequeño gigante nació un 12 de febrero de 1934 en West Monroe, Virginia. Una pequeña localidad en la que el racismo y la segregación marcaban el día a día, y donde un joven Russell comprendió que tenía que pelear por el respeto de aquellos a los que él sí consideraba iguales.
Sin embargo, aquel gigante no destacó en su niñez por mostrar grandes habilidades en un mundo, el de la canasta, que apenas le atraía ni entendía. Todo lo contrario al del atletismo, donde Russell sobresalía corriendo y en los concursos de salto gracias a sus kilométricas piernas.

Fue su entrenador de instituto, George Powles, el que convenció a Russell de que podía convertirse en un jugador importante si desarrollaba sus habilidades defensivas a partir de su extraordinaria envergadura.
Russell no llamó la atención de los ojeadores de las grandes universidades. Bueno, en realidad, tampoco de las pequeñas. Sólo la Universidad de San Francisco se decidió a apostar, impresionados más por su determinación que por su talento.
 
Ya en la universidad, el pívot coincidió con un entrenador fundamental en su carrera, Phil Woolpert, quien no entendía de racismo y sólo de baloncesto. Así, el equipo californiano se convirtió en el primero en alinear tres jugadores afroamericanos en las figuras de Russell, su futuro compañero en los Celtics, K.C. Jones, y Hal Perry. El pívot y sus compañeros sufrieron las iras racistas de los aficionados rivales que cargaban sus iras contra ellos.

En cuanto a su aportación en la cancha, Russell pronto empezó a destacar por su facilidad defensiva. Bill utilizaba su agilidad y su velocidad, adquirida en sus años como atleta, no sólo para defender a su par sino para ayudar a sus compañeros y para desarrollar una extraordinaria coordinación para el salto, lo que le permitió convertirse en una maquina taponadora.

Aquella habilidad defensiva pronto se convirtió en dominio absoluto desde su atalaya de 208 centímetros. Fue en su tercer año cuando aquel dominio se tradujo en resultados y con una temporada casi perfecta condujo a los Dons al campeonato nacional tras promediar más de 20 puntos y 20 rebotes por partido y ser el mejor jugador de la Final Four. Al año siguiente condujo a los Dons a un nuevo título nacional antes de dar el salto a la NBA.
En 1956 Russell se declaraba elegible en el draft y a pesar de que su cartel era inmejorable, no se llevó el número 1, correspondiente a los Rochester Royals, que recayó en Sihugo Green. El número 2 si parecía cantado para el pívot de la Universidad de San Francisco y la elección correspondía a los St. Louis Hawks. Sin embargo, Red Auerbach, técnico de los Celtics, estaba dispuesto a todo con tal de hacerse con los servicios de Russell y no dudó en traspasar a Ed Macaulay, hasta entonces pívot titular de Boston y seis veces "all-star", y a Cliff Hagan para hacerse con los servicios del especialista defensivo. Con este movimiento los Hawks lograban hacer un equipo campeón a corto plazo. Los Celtics construyeron una dinastía.

Russell llegaba a Boston junto a su compañero K.C. Jones (aunque este aún tardó dos años en poder jugar). Ambos aterrizaban en un equipo eminentemente ofensivo al ritmo que marcaban Bob Cousy y Bill Sharman. Sin embargo, faltaba el contrapunto defensivo que diera el equilibrio necesario para hacer un equipo campeón. De ahí la obsesión de Auerbach por hacerse con un pívot que aumentó su leyenda y su caché al conquistar ese mismo verano la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956.

Su aventura olímpica le llevó a incorporarse a la disciplina verde con retraso, pero su impacto fue inmediato. Los Celtics habían encontrado la pieza necesaria para convertir a un aspirante en candidato real. Y no pasó demasiado tiempo hasta que lo demostró. Así, en su primera temporada y tras promediar 14,7 puntos y 17,9 rebotes se quedó a las puertas del trofeo al Rookie del Año, que fue a parar a su compañero Tom Heinsohn, y condujo a los Celtics a la primera final de su historia. Enfrente, los Hawks de Pettit que le habían escogido. Y tras un toma y daca la serie llegó a un séptimo partido que se decidió tras dos prórrogas (125-123) a favor de unos Celtics que comenzaban a forjar su leyenda sobre los anchos hombros de su gigante de ébano.

Los Celtics consiguieron diez títulos más con Russell en pista, ocho de ellos de manera consecutiva, con especial mención al último, logrado en 1969. Russell, en su labor de jugador-entrenador (cargo al que había llegado tras la retirada de Red Auerbach en 1966, convirtiéndose en el primer entrenador afroamericano de la liga) y con las peores medias de su carrera, tiró de orgullo y, a pesar de quedar cuartos en su conferencia, consiguió llevar a sus chicos a las finales, donde les esperaban Los Angeles Lakers de Jerry West, Elgin Baylor y Wilt Chamberlain. Tras igualdad en los seis primeros encuentros, el último se tenía que disputar en pista de los californianos, y su dueño Jack Kent Cooke, anticipándose a los acontecimientos y creyendo que su equipo ganaría sin problemas ese séptimo partido, mandó colocar un montón de globos en una red en el techo del pabellón, para soltarlos en una supuesta celebración de los suyos. Russell, al ver lo que tenían montado, motivó a sus jugadores lo suficiente para hacer que esos globos se quedasen donde estaban y conseguir un nuevo campeonato.
Sin embargo, no todo fue fiesta para los Celtics. Boston se preparaba para recibir a sus héroes, pero no todos cogieron el avión de vuelta. Russell no regresó a Massachusetts porque creía que no debía nada a los aficionados de los Celtics y de manera abrupta puso fin a su etapa de jugador, dejando a los 'verdes' sin entrenador ni pívot titular de una tacada.

Aparte de sus logros colectivos, a nivel individual, Bill Russell también consiguió el premio de MVP de la temporada en cinco ocasiones, así como el MVP del All Star de 1963, al que acudió en un total de 12 ocasiones. Se retiró con unas medias de 22,5 rebotes y 15,1 puntos a lo largo de su carrera.

1 comentario:

  1. Un gran artículo. Russell fue un salto evolutivo del baloncesto. Fue el pilar de la dinastía de los Celtics ganando 11 anillos en trece años, y aun así nunca se sintió querido por la grada del Garden, la cual casi nunca se llenaba en protesta por la cantidad de jugadores negros que tenía el equipo. Mejor jugador que Chamberlain, es el mejor defensor de la historia, y probablemente, el más implicado en la injusticia racial de la sociedad de su época. Dos curiosidades sobre Bill Russell: Nunca firmó autógrafos ni dejo que nadie se hiciese fotos con él, y a lo largo de su carrera capturó más rebotes que puntos anotó.

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