Walt Frazier nacía en Atlanta, Georgia. En una época de segregación racial, su único espacio para jugar al baloncesto era en una cancha de tierra. Mientras tanto, era el mariscal de campo del equipo de fútbol americano del colegio y jugaba de catcher en el conjunto de béisbol. Su talento para el deporte estaba por todos los niveles, pero a la hora de ir a la universidad, Frazier eligió el baloncesto porque "no hay mariscales de campo profesionales negros".
Su carrera en el baloncesto universitario, en la Universidad de Southern Illinois, fue de menos a más y a los 22 años fue fichado por New York Knicks en 1967, con la quinta elección del Draft de aquel año. La popular franquicia llevaba ocho años con balances negativos de victorias-derrotas, en una crisis muy parecida a la actual, pero con la llegada de Frazier y otros novatos como Bill Bradley y Phil Jackson, cambiaron bastante las cosas. Frazier y Jackson integraron el quinteto ideal de novatos y los Knicks ganaron 43 partidos de 80, un preludio de lo que vendría en la 1968-1969.
Frazier se estableció en la liga y dio un salto de calidad tremendo: 17,5 puntos, 7,9 asistencias y 6,2 rebotes por partido, con un 50% de efectividad en tiros de campo. Había un nuevo líder ofensivo en la ciudad, con manos rápidas a la hora de defender y una visión de campo sensacional para atacar. Para Phil Jackson, “Walt era el jugador con talento más altruista que he conocido”.
Frazier comenzaba a deslumbrar al exigente pero pasional público neoyorquino con su juego de ataque: "Walt fue el único jugador que vi al que describiría como un artista, que tenía una relación artística con el deporte", manifestó Bill Bradley. Además de entretener, Frazier hacía ganar partidos. Los Knicks terminaron con récord de 54 victorias y 28 derrotas en la 1968-1969, perdiendo en seis partidos la final de la Conferencia Este contra Boston Celtics, posterior campeón. De haber llenado el Madison Square Garden apenas seis veces en 22 años de historia, en esa temporada lo hicieron en 14 ocasiones. La NBA se había puesto de moda en la "Gran Manzana". Y lo mejor estaba por llegar.
A los 24 años, Frazier logró ser All-Star por primera vez, formó parte del quinteto ideal de la NBA y comandó a unos Knicks que ganaron 60 de los 82 partidos en la que hoy en día sigue siendo la mejor fase regular de la historia de la franquicia. En los Playoffs sufrieron en primera ronda con sus vecinos de Baltimore, a los que vencieron por 4-3, y en la segunda rueda tuvieron algo más de tranquilidad frente a Milwaukee: 4-1.
Los Knicks llegaban a sus cuartas finales de la historia y, como en sus intentos de 1952 y 1953, los Lakers serían el oponente. Con Wilt Chamberlain y en Los Angeles, en vez de con George Mikan y en Minneapolis, pero con el mismo potencial para oponer. Durante todas las Finales fueron intercambiando triunfos, llegando a quedar 3-3 antes del partido definitivo en el Madison Square Garden.
De ese séptimo partido se narra mucho la hazaña de Willis Reed oponiéndose a Wilt Chamberlain durante 27 minutos a pesar de tener una lesión importante, pero el que tomó el equipo por las astas con un Reed que hacía lo que podía fue Frazier: 36 puntos, 19 asistencias, siete rebotes y cinco robos, con 12-12 en tiros libres y 12-17 de campo. "Siempre buscaba a un compañero sin marca cuando estaba en la cancha, pero esa noche yo era el compañero sin marca. No hay dudas de que la temporada 1969-1970 fue el gran momento de mi carrera. Pienso en ese equipo cada día", comentó Frazier años después.
Frazier realizó una de las mejores actuaciones de la historia de un séptimo partido de una final NBA, demostrando que tenía el talento, pero también el temperamento, para lucirse en partidos así. "Willis Reed fue la inspiración, pero yo fui la devastación".
En 1972 los Knicks caerían en las Finales ante los Lakers, ya con Frazier compartiendo mediacancha con Earl "The Pearl" Monroe, el escolta que tantos problemas les había causado en 1970 y que los había eliminado en 1971 con los Baltimore Bullets. La dupla de Frazier y Monroe fue llamada "la mediacancha Rolls Royce". Decían que por sus egos y necesidad de jugar con el balón no funcionarían, pero las dos estrellas le darían a los Knicks otro título. "Cuando Earl llegó al equipo, los aficionados dijeron que nunca funcionaría, que necesitaríamos dos balones en pista al mismo tiempo. Demostraron estar equivocados porque nos guardábamos un respeto mutuo obtenido de los tiempos en los que eran rivales y que la gente no conocía. Así que cuando llegó al equipo no tuvimos problemas. Cuando él tenía un gran partido yo le daba el balón y viceversa".
En la temporada de 1973 los Knicks se vengarían de los Lakers, con Clyde siendo fundamental tanto en temporada regular (21,1 puntos, 7,3 rebotes y 5,9 asistencias) como en las Finales, en las que se vio limitado a 16,6 tantos, 6,8 rebotes y 5,2 asistencias por partido, pero fue esencial para detener a Jerry West, dándole a los Knicks una fácil victoria por 4-1, en el que todavía sigue siendo su último campeonato.
Recién en la temporada 1973-1974 se empezaron a llevar las estadísticas de los robos y los tapones en la NBA, pero a Clyde, que llegó a promediar 2,4 recuperaciones de balón en la campaña 1974-1975, sus contemporáneos lo destacan como un verdadero fuera de serie en ese costado. Según Bill Bradley: “No son sólo los robos de balón de Clyde, era la sensación que transmitía a los rivales de que lo iba a hacer otra vez y siempre que se lo propusiera”. "Sus manos eran más rápidas que la lengua de una lagartija", dijo un rival. "Lo mejor de Clyde son sus manos, su anticipación", manifestó Red Holzman, su entrenador. Frazier fue elegido siete veces consecutivas, entre 1969 y 1975, en el quinteto ideal de la NBA.
Mientras tanto, Frazier ya se había afirmado como una súper estrella en uno de los principales centros del mundo. Fue uno de los primeros atletas a los que una marca deportiva, Puma, le pagó para vestir un calzado, sus modernos y lujosos looks de vestimenta, con sombreros y tapados (su apodo de "Clyde" es porque utilizaba un sombrero como el del personaje de Warren Beatty en la película Bonnie And Clyde), llamaban la atención de todos y encima adentro de la cancha se movía como el bailarín con la mayor gracia del mundo. Clyde formó parte de varios equipos All-NBA más hasta 1975, año en el que fue premiado como MVP del All-Star Game realizado en Phoenix al anotar 30 tantos.
Sin embargo los Knicks, ya sin la presencia de Willis Reed en la pintura, empezaron a perder el camino del éxito y no clasificaron para los Playoffs en 1976 y 1977 y Frazier, probablemente el mejor jugador de la historia de la franquicia, fue traspasado a Cleveland a los 30 años a cambio del joven Jim Cleamons, que apenas duró dos años en el equipo de Manhattan. Las páginas de Clyde en New York se cerraron con 759 partidos jugados, 14.617 puntos y 4.791 asistencias, siendo la última cifra un récord de franquicia que aún persiste.
Con 19,3 puntos, 6,3 asistencias y 6,1 rebotes de promedio por partido, además de los dos anillos logrados, no quedan dudas de lo que Frazier significó para los Knicks. En boca de un fanático sexagenario como el cineasta Spike Lee, el hincha de los Knicks más famoso: "Empecé a ver a los Knicks en el año 1968 y queria ser como Frazier, que nació en Atlanta como yo, era mi héroe".
Hubo muchos bases legendarios en la NBA, pero sólo alguien como Frazier pudo serlo en New York, al mismo tiempo que era un icono cultural y que ganaba campeonatos. Por eso es un mito allí y su camiseta número 10 cuelga del techo del Madison Square Garden.
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