Walt Bellamy fue uno de los mejores pívots en la historia de la NBA. Medía 2,11 metros y destacó por su potencia de salto y su agilidad, aunque se le acusó de falta de consistencia y sus logros no recibieron excesiva atención, tapados por los de Russell, Chamberlain, Reed y Abdul-Jabbar. A su notable carrera le faltó el don de la oportunidad, estar en el equipo adecuado en el momento preciso. Pero los números de Walt Bellamy son indiscutibles. No alcanzó el ansiado anillo de campeón, pero en su trayectoria de 14 años en la liga, promedió 20,1 puntos y 13,7 rebotes, fue cuatro veces All Star y recibió el premio al mejor novato en el curso 1961-1962.
Las expectativas se dispararon en su etapa universitaria en Indiana. Compitió en los Juegos Olímpicos de 1960 en Roma, con una de las mejores selecciones no profesionales de Estados Unidos. Ganó la medalla de oro, junto a otros universitarios que luego fueron estrellas en la NBA, como Jerry West, Oscar Robertson y Jerry Lucas. El dominio de ese equipo fue absoluto, promedió 101 puntos y dejó a sus rivales en una media de 59.
Un año después, Bellamy inició su carrera en los Chicago Packers. Fue nº1 del draft de 1961. Esa temporada fue nombrado Rookie del Año tras tener una de las mejores temporadas de un novato en la historia de la liga (junto con Wilt Chamberlain y Oscar Robertson). Sus 31,6 puntos por partidos es el segundo mejor registro anotador realizado por un rookie detrás de los 37,6 de Chamberlain, y los 19 rebotes por noche el tercer mejor registro reboteador tras Chamberlain y Bill Russell. Además, lideró la liga en porcentaje de tiros de campo, y en su primera participación en el All-Star Game sus números fueron de 23 puntos y 17 rebotes. Los Packers contaban con jugadores de un nivel muy discreto, pero con ellos completó el primer equipo titular en la NBA formado totalmente por negros.
En 1963 Baltimore contrató a Bellamy y con él llegó a la final de la Conferencia Oeste en 1965. En 1967 formó un magnífico trío en los Knicks con Willis Reed y Dick Barnett. El equipo de Nueva York se clasificó para los playoffs por primera vez desde 1959. Pero decidió prescindir de uno de sus pívots. Se quedaron con Reed y Bellamy fue traspasado a Detroit. Los Knicks ganaron los dos únicos títulos de su historia (1970 y 1973) mientras que "Bells", como apodaban al pívot de New Bern (Carolina del Norte), fue traspasado a los Atlanta Hawks, donde coincidió con Pete Maravich y se clasificó cuatro veces para los playoffs.
En la temporada 1968/69, Bellamy batió el récord de partidos jugados en una temporada, con 88. La explicación es muy sencilla. Como sabéis, el calendario de la NBA consta de 82 partidos, pero se adapta a los viajes, giras, eventos y localizaciones, y puede darse la situación de que a mediados del mes de diciembre un equipo lleve 35 partidos y otro 29. Este fue el caso de los New York Knicks, que el 17 de diciembre de 1968 ya acumulaban 35 encuentros, mientras que los Detroit Pistons habían disputado 29. Los Knicks traspasaron al interior en esta fecha, y ya podéis deducir lo que ocurrió.
Se retiró en 1975, cuando tenía 35 años, tras jugar solo un partido con Nueva Orleans. En total disputó 1043 encuentros de 1055 posibles (un 98%). Nunca pudo estar en el equipo ideal de la NBA porque su carrera coincidió con la de tres de los mejores pívots de la historia, Bill Russell, Wilt Chamberlain y Kareem Abdul-Jabbar. Pero Bellamy tiene uno de los currículos más productivos que el juego haya visto nunca. Es uno de los siete jugadores que han logrado superar los 20.000 puntos y los 14.000 rebotes en la NBA. Así que incluso si nunca fue el mejor, Walter Bellamy sigue siendo uno de los más grandes.
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